miércoles, 9 de abril de 2008

Espeso ChOcOlaTe II

Un chocolate caliente espeso. Es-pe-so. Tan concentrada estaba en la lectura de su libro que tomó el primer sorbo de aquel chocolate sin atender a las advertencias de Ben. Su insolencia la traicionó y el chillido sonó en la cafetería abriendo una brecha en la levitante atmósfera. Además aquello se parecía más a agua manchada con cacao que a un chocolate.

Ben se acercó a Ariadna con una sonrisa y un vaso de agua.
-Te lo advertí

-Y yo te pedí un chocolate espeso y tu me traes un cacao. - Respondió la joven.

-No me habían dicho nada de tu mal genio, sino todo lo contrario, Ariadna.

La dificultad de pronunciar su nombre en inglés había hecho brotar una sonrisa en el rostro de la joven española. Al parecer la señora Mirley le había hablado muy bien de ella a su sobrino, tanto que incluso se había esforzado en pronunciar correctamente su nombre. Sintiendo su cara sonrojada, Ariadna hizo un intento de esconder su rostro en alguna parte del cuello alto de su jersey.
- Supongo que tú también sabrás mi nombre. Mi tía es una excelente cotilla. Me dijo que eras una española muy linda y simpática. Pero tu nombre es de origen griego, ¿lo sabías?
En tan sólo cuatro frases aquel joven inglés se había ganado el aprecio de Ariadna. Realmente rompía la opinión que la joven se había formado de los ingleses. No sólo era amable, sino que también mostraba ser inteligente. Sin tiempo a contestar, Ben continuó hablando mientras se sentaba a su lado.
- Permíteme sentarme un rato. Mery seguirá. Es un poco sosa, pero buena en su trabajo. Yo en el mio....en fin, mejor no hablar porque estudié algo que no me apasionaba de verdad y después terminé aquí, que es lo que realmente me llena. ¿Y tú? ¿Estás a gusto en Londres?

-Bueno, pensab...

- ¿Y tu momia? ¿Ya le has puesto un nombre?

Aquel joven sabía demasiadas cosas de ella y parecía dispuesto a cantarlas como un niño que se había estudiado bien la lección y quería presumir delante de la maestra. Ariadna, callada y con su especie de chocolate entre las manos, escuchaba atenta cada palabra que Ben pronunciaba, como tanteando cómo podía contestarle para seguir la conversación de manera educada. Mientras, él continuaba hablando sin parar.
- Debe ser un trabajo fascinante ese de arqueóloga. Aunque supongo que estar en Egipto es mejor que estar en Londres, bueno, ¿o no? Por lo menos aquí puedes verte cara a cara con una momia real, bueno, supongo que allí también, aunque lo decía porque mi tía me comentó que tú no eras experta en momias, ¿es cierto? De todos modos, todavía no sabemos de quién se trata. Supongo que en este año lo descubriremos....quería decir...Lo descubriás...jeje...pero, ¿me dirás al menos quién es antes de que te vayas, no? ¿Su nombre?

- Espeso

- ¿Perdón?

- Espeso. El chocolate caliente debe ser más espeso. Así es cacao.

Sabía que se había equivocado en las palabras. Pero Ben la había dejado sin habla después de contarle toda su vida, al fin y al cabo era un extraño que la conocía casi mejor que ella a si misma. La señora Mirley había hecho un buen trabajo, y tampoco se había equivocado en lo que había dicho de Ben. A ella le habían salido aquellas palabras porque no había encontrado otras mejores para seguir la conversación, y después de darse cuenta de su equivocación salió de la cafetería incluso antes de haber pagado.

Aquella noche no pasó ni por el comedor. Subió a su habitación, se puso cómoda y se sentó a leer todos los apuntes que había tomado por la tarde sobre su momia. La pantalla de su teléfono móvil parpadeaba. Tenía un nuevo mensaje y no se había dado cuenta. Seguramente le habría llegado por la tarde mientras conversaba con Ben y estaba tan concentrada en cómo contestarle que no había oído el teléfono.

Se trataba de Sir Wilord, el cónsul inglés en Egipto. Le preguntaba por sus primeros estudios sobre la momia y le facilitaba un número de contacto de un arqueólogo que la ayudaría desde El Cairo por si necesitaba que se siguiesen investigaciones sobre su momia en aquel país. Pero, ¿cómo podía pedir ayuda si ni siquiera sabía de quién se trataba?¿Dónde iba a mandar investigar si no sabía dónde había sido encontrada la momia? Aquello era un caos. Así todo decidió marcar aquel número de teléfono y por lo menos presentarse.

El arqueólogo era un español afincado en El Cairo y con muy buenas referencias en la arqueología, en especial en el estudio de tumbas reales. Bueno, por lo menos su especialidad se acercaba más a la de ella para averiguar de quién se trataba aquella momia. Raúl siempre tenía encendido su teléfono a la espera de llamadas urgentes, quizás esperando la noticia de algún hallazgo de gran relevancia. Raúl no sabía nada sobre aquella tumba más que tenía que ayudarla a ella en sus indicaciones cuando le surgieran dudas sobre la identidad de la momia, pero ni la más mínima idea de quién podría tratarse. El chico parecía muy majo, pero útil, por el momento muy poco, por no decir nada.

Al día siguiente, en el museo ya fue mejor. Después de tanto examinar la momia creía que ya conocía cada doblez de sus vendajes, pero no era así. Los antiguos egipcios sabían cómo ocultar aquello que no querían que trascendiera en el tiempo, era como si aquella momia perteneciese a una persona con muchos secretos en su vida porque el trozo de venda que cubría su pulgar izquierdo estaba levantado y bajo él se podía ver el final de un dibujo, algo que aún conservaba los colores. Ariadna se colocó la máscara para cubrirse el rostro, se acercó todo lo que pudo a aquel pulgar e intentó mover el vendaje, pero por miedo a poder dañar el cuerpo, decidió no levantar la venda más allá de lo que el puño cerrado de la momia permitía. Sin duda alguna aquel dedo tenía algo dibujado, algo que nunca antes había visto en ninguna otra momia, ni tampoco había oído que tuvieran dibujos en sus pulgares.
Con detenimiento examinó la mano derecha de la momia, pero ésta estaba muy bien protegida y casi era imposible rasgar la venda para ver qué había en el doblez interior. Se quedó por un momento mirando fijamente el rostro de la momia, esperando a recibir alguna respuesta sobre su identidad o sobre el significado de aquel dibujo que sobresalía del pulgar de su mano izquierda. Y, de repente, como si la momia le hubiese transmitido una señal, se dio cuenta que pese a la mala calidad de los vendajes, por la colocación de los brazos en el pecho y las pinturas bien conservadas de aquel pulgar reflejaban que tenía que tratarse de alguien adinerado. Ningún obrero, ni artesano ni descendiente de servidores de palacio tendría el suficiente dinero para poder recibir aquel tratamiento de momificación. Esa fue entonces la primera vez que se interesó por los cruces que dibujaban las vendas en su baile alrededor del cuerpo oculto.

En el proceso de momificación cada vuelta de los vendajes alrededor del cuerpo tenía un significado, una tarea que cumplir en el más allá, o al menos así lo creían los antiguos egipcios. En la época ptolemaica, además, los vendajes comenzaron a ser más rigurosos y formaban formas geométricas al trazarse. Eso lo cumplía fielmente aquella momia sin nombre, pero aquellos dibujos en su pulgar... Lo normal era que los dibujos estuvieran en el pecho, junto con otros objetos que aseguraban un buen viaje al más allá. La incógnita sobre la identidad de la momia cada vez era mayor y las preguntas se multiplicaban en cada nueva mirada al dibujo que asomaba por su pulgar. Lo hacía como invitando a investigar qué seguía más allá, en la capa cubierta por el vendaje superior, pero si Ariadna hacía un mínimo esfuerzo por levantar aquel tozo de vendaje y perjudicaba con ello el estado de la momia, su carrera vería el fin de sus días.
Cuando salió aquella tarde del Museo Británico, en su cabeza rebotaban las mil preguntas que había provocado aquel dibujo y también las formas de los vendajes. Por lo menos ya sabía por dónde podía empezar Raúl a investigar. ¿Qué tipo de vendaje se utilizaba en la época ptolemaica? ¿Había algún indicio anterior a esa época de perfección a la hora de cruzar las vendas y crear figuras?¿Por qué aquella momia tenía un dibujo en su pulgar? ¿Acaso fue eso algo normal en alguna época?
Aunque eran muchas preguntas sin respuesta, por lo menos veía que algo había avanzado, y más si Raúl tenía la solución a ellas. De camino a casa vio luz en la cafetería de Ben y decidió acercarse para tomar algo caliente y pagar lo que debía. Su temor porque el joven se mostrara grosero por no haber pagado lo del día anterior y por su respuesta seca, se rompió cuando vio su sonrisa dirigida directamente a ella.
- Hola. ¿Intentamos hacer un chocolate a lo español? - preguntó Ben.
- Siento lo de ayer. Yo....no sé qué me pasó.
- No pasa nada. Con los clientes de casa hay confianza como para que marchen corriendo sin haber pagado. Además, mi tía no iba a permitir que te fueras a España sin pagarme ese chocolate, y sin yo saber hacer un buen chocolate, ¿me dejas intentarlo de nuevo?
Ariadna no se pudo negar, quizás por la vergüenza que ahora le daba mirar a la cara a Ben o quizás por cortesía. El chocolate volvía a ser leche manchada, pero esta vez peor. Había echado tanto cacao que la leche no era capaz de disolverlo todo. La mirada atenta de Ben esperando una aprobación de la joven morena, hizo que Ariadna se tomara aquello parecido a un batido hecho por un niño de 5 años sin rechistar y sin un mal gesto. Aquel día, Ben se lo merecía. Más tarde seguiría pensando en su momia y llamaría a Raúl. Ahora tenía que mejorar su imagen y no hacer un feo a los halagos de la señora Mirley.

6 Comments:

ARSINOE said...

¿Un dibujo en un dedo..? Que intriga..

Anónimo said...

Magnífico. Deberías guardar todos estos textos para una futura publicación o para tu propia biblioteca. Besos.

Estefanía S.Redondo said...

Tareixa: ¿qué significará ese dibujo?¿alguna idea?..jeje

Fernando: ya tengo a mi madre como mi fiel seguidora desde que era bien pequeñita. Todavía conserva mi primer cuento a los 5 años jejeje. Algún día lo colgaré aquí. Gracias vuestras palabras.

Por cierto, la tercera parte está en camino pero...no se desvelará aún la identidad de la momia. ¿Estáis seguros que pertenece a alguien de una familia regia? :)

Mil besosss

ARSINOE said...

Con los egipcios no se puede estar seguros de nada...Sabemos tan poco sobre ellos a pesar de lo nos quiere hacer ver la historia oficial...¿Será de familia regia..? No sé, lo decía por la posición de los brazos..Y el tatoo en el dedo me ha sorprendido, no creo que sea un dibujo con henna, no duraría tanto tiempo..con dos duchas suelen desaparecer..je, je..Esperamos ansiosos la tercera entrega..

Anónimo said...

los egipcios siempre nos sorprenderán ....

Asmahan Medinet® said...

Por fin he tenido tiempo, para recrearme en la historia. :) Yo más bien me inclino, porque la momia sea un sacerdote o sacedotisa....ummm....Qué intriga! ¿quién será? ¿Logrará Ben hacer un chocolate espeso?. Aquí estaremos esperando la próxima entrega.

Besos