sábado, 22 de marzo de 2008

La sombra de KeopS

Una música suave entraba por uno de los balcones de palacio. El pequeño Khufu dormía junto a su padre, el faraón Senefru, mientras las largas y casi transparentes telas de lino que colgaban de lo más alto del techo cubriendo los ventanales a forma de cortina bailaban al son del revoltoso aire de la noche.


- "Los dioses bailan, Khufu. Despierta en este festín celestial y toca las estrellas del cielo. Ellas te regalarán su brillo. Adóralas, son las guías de tu destino".

Como un eco lejano la voz se repetía en los sueños del pequeño príncipe que intentaba brillar en la colosal sombra que proyectaba su padre en Egipto. Lejos veía aquellas severas discusiones en el salón del trono, las procesiones y adoraciones en el interior de los templos, pero las voces de las estrellas retumbaban cada noche en su cabeza, como trazando las normas de un futuro. Su madre, la reina Hetepheres I lo cuidaba como a un pequeño tesoro. Siempre pendiente de que no le pasara nada al heredero del trono de Egipto, la reina transmitía a su hijo todos los valores que un buen faraón debía garantizar a su pueblo para dotarle de prosperidad. Pero el joven Khufu atendía más a los mensajes que le llegaban de extraños destinos y emisores que al buen hacer del pueblo egipcio.


Y fueron esos mismos mensajes los que a una edad ya avanzada para la época en la que le había tocado vivir, mostraron con claridad el camino que debía seguir. Khufu nunca se olvidaría de aquella revelación de las estrellas cuando su padre aún agonizaba en su lecho de muerte. Él sería el siguiente a ocupar el trono de Egipto, sin duda, y debería superar la figura que había representado su predecesor, el faraón Senefru, el mismo que tras cruzar la gran puerta le guiaría como hacían desde su temprana infancia el resto de faraones que habían gobernado aquellas tierras. Y así fue.
Frío e infranqueable, Khufu encabezó la ceremonia funeraria de su padre, aunque en su interior un fuerte puño retorcía su más profundo sentimiento hacia aquel hombre que tan lejano había parecido todos los años anteriores y tan próximo se veía todavía tumbado sobre su cama. Lo que mantenía Senefru, sin embargo, era su gesto templante, aquel con el que tiempo atrás con una mirada era capaz de aniquilar al más temerario y fuerte de los hombres, la dureza y lo distante del poder hacia los suyos, ciudadanos de Egipto.


- "No baciles, no dudes. Mantente siempre firme y conseguirás tu estela"


Los mensajes se repetían una y otra noche sin dejar descansar al nuevo faraón Khufu. La carga de gobernar Egipto como el segundo faraón de la IV dinastía era pesada, primero por las responsabilidades de mantener el país y segundo por las promesa de superar todo lo conocido hasta el momento. Era el Faraón, el máximo poder, el más grande de los hombres, el que se convertiría en Dios, el que no erraría en su camino, o así le habían dicho que debería ser. En su interior todo era diferente. Deseaba ser superior, superar la sobra de Senefru que aún reinaba en la memoria del pueblo egipcio, y esa sobra se oscurecía aún más en el pensamiento de Khufu, nublando sus buenas intenciones para el país que ahora se extendía bajo su mirada, hasta que eran éstas las que se esfumaban.
Los años del reinado de Khufu pasaron lento, con dificultades y desaprovaciones del pueblo hacia su rey. Ocecado en su estela y cubierto cada vez más por la sombra aún de Senefru, Khufu se repetía para si las palabras de las estrellas, marcarse su estela, ¿qué significaba aquello?
Sufría cuando veía sufrir a su pueblo, pero no podía debilitar su brazo, por ello se volcaba en su familia. En su entorno más próximo, el faraón era otra persona. Sereno y tranquilo, su rostro resplandecía de felicidad en los jardines del palacio, pero el cruzar el umbral de la esfera pública, el llevar a cabo las funciones rituales y debates políticos fruncían sus entrañas llevándolo a tomar duras decisiones.
Cada noche, la mente del faraón se llenaba de absurdas soluciones para los mensajes de las estrellas. Su obsesión que había nacido ya en su infancia cada vez se hacía mayor y presionaba su mente como las piedras de los pasadizos apretaban el espacio cuando más cerca se estaba del tesoro. !Eso era! Conseguir un tesoro nunca antes conseguido por otro faraón. Pero ya lo había conseguido. Las guerras que el faraón Khufu había liderado en países extranjeros había dotado de riqueza a Egipto, o por lo menos a las clases más altas de la sociedad, nunca antes el país había gozado de tanta riqueza, pero el interior de Khufu seguía vacío, sin respuestas a sus preguntas.
Las estrellas, las piedras que aprisionaban el espacio, la sombra de Senefru, Ra. El dios supremo de Egipto no perdía su poder, pese a que las estrellas lucharan en la oscuridad por vencerle. Aquel dios era como Senefru, siempre presente, con un brillo que ensombrecía cualquier intento de triunfar. Aquellos pensamientos de Khufu le volvían cada día más huraño con el pueblo egipcio que cada día formulaba más comparaciones entre el actual faraón y su padre. Entonces los pensamientos oscuros se multiplicaban, la luz cada vez era más escasa en la vida del joven faraón pese a tener sobre sus espaldas años de experiencia en el trono y una noche las estrellas le indicaron una solución: debía cegar la luz existente para crear la suya propia y pagar el precio necesario fuese lo que fuese.
Aquella vez el mensaje era claro: había que cegar a Ra, prohibir su culto, ser superior a él y sólo así podría ser también superior a Senefru y extinguir por una vez el resplandor de su memoria. Él, y solamente él podía ser el alabado, el admirado, ser un dios terrenal. Su estela nacía pobre, pero sería recordada y adorada porque permanecería a través de los tiempos. Para ello, Khufu ordenó construir una gran morada funeraria que garantizara su memoria en el pueblo egipcio, una construcción nunca antes realizada por ningún otro faraón, porque sólo él, el dios terrenal, sería capaz de hacerlo, y las estrellas guiarían sus coordenadas.
Así fue cómo las bases de la primera pirámide de Egipto, una de las siete maravillas del mundo fue tomando forma. La obsesión del faraón llegó a ensombrecer durante 23 años al pueblo egipcio, oprimido por la avaricia de su rey, una avaricia que acabaría con él mismo, con su fe, con su moral. Su mente era tan poderosa que logró vencer a su robusto cuerpo y también a la sombra de su padre, Senefru. La pirámide de Keops costó lágrimas y pobreza a un país rico y respetado, pero con el tiempo, las estrellas dieron a su faraón la estela que tanto había buscado en su vida. Reinaría en el tiempo enfrentándose cada día al resplandor del propio Ra y sería admirado por sus súbditos en años futuros que contemplarían la gran obra de su rey como la mayor de las victorias del pueblo egipcio, y es que ¿hay algo tan admirable como la pirámide de Keops?

jueves, 20 de marzo de 2008

Abajo el telón

No corría ni una gota de brisa en aquel camerino. Afuera se escuchaba a la gente que poco a poco iba llenado el aforo de la sala que una noche más acogería los bailes de Aset. Era el sonido con el siempre soñaba antes de quedarse dormida imaginando una vida pacífica y cálida rodeada de las más antiguas tradiciones con las que su abuela conseguía dormirla cuando era niña. No era aquel estilo de vida el que quería, pero ya no había marcha atrás.
Mujer ya madura, veía cómo las bailarinas más jóvenes llenaban las salas de teatros y cabarets por su belleza más que por el respeto y expansión a una tradición honorable como era la danza más antigua que se conociera. Muchas de ellas ni siquiera se interesaban en el sentido de cada movimiento y eso se notaba encima del escenario. Ya no transmitían sensualidad, no había comunicación con el público, habían hecho de los movimientos sagrados de la época faraónica un mero espectáculo de luz, sonido y donde los más desentendidos confundían la sensualidad con la obscenidad. Pensar en la atmósfera que ahora envolvía a la danza oriental la enfurecía como lo haría con su abuela de estar aún viva. Todo ello la hacía recordar su pasado, cuando había tenido que marchar de su país para escapar de los celos e imposiciones de su marido. Su cuento de hadas se rompió tan sólo un mes después de haberse casado con aquel apuesto joven que había conocido en uno de sus espectáculos. Parecía que él también amaba la danza y que la amaba a ella no por su cuerpo o sus ondulantes movimientos cuando bailaba, sino por su ser. Se había equivocado y pretendía apartarla de los escenarios, quería poseerla y no amarla con libertad.
Separase del hombre al que ella, sin embargo, amaba había sido la lucha más difícil de toda su vida. Aquella que, no obstante, había dejado profundas brechas en sus sentimientos. Ahora todo iba mejor a pesar de llevar una vida más humilde y lejos de los suyos.
Desde que llegó al occidente, a Europa, Aset había luchado por impulsar los valores más puros de una danza que comenzaba a renacer con brillo en su nueva patria. Con estragos y dificultades, consiguió vivir de su pasión encima de escenarios que parecían respetar aquellas coreografías, rodeada de amigas y alumnas que compartían su sentir y aprendían con ella el significado de la danza oriental y también las costumbres de su tierra. Tendrían que ser momentos nostálgicos para ella, pero era todo lo contrario. Era en esas conversaciones cuando se veía como a su propia abuela, contando historias antiguas y cantando himnos ya por nadie entonados que le acercaban la esencia de su tierra.

Afuera el ajetreo de la gente era cada vez mayor. Encendió una vara de incienso para concentrarse, puso música muy suave para despertar sus sentidos y comenzó a preparase. Todo estaba perfectamente colocado sobre el tocador del camerino. El maquillaje, el kohl negro para el contorno de los ojos, las sombras brillantes. Aquellos productos la animaban a dar vida a los días que se hacían grises por momentos cuando la marea de recuerdos subía a su memoria. Se concentró. Cogió una brocha y comenzó a maquillarse.
Le encantaba perfilar sus ojos con la pintura negra, como hacían los egipcios en tiempos faraónicos para ahuyentar a los insectos. El ritmo de la darbuka que salía ahora de los altavoces agitaba su corazón que parecía estremecerse en cada latido. Aquel ritmo tan marcado le devolvía la alegría y sin apenas darse cuenta, producía una sonrisa en su rostro.
El tiempo apuraba y sólo faltaba ponerse el traje que con tanto cuidado había diseñado un buen amigo de El Cairo para ella, y justo para aquella noche. Esta vez no saldría con las alas de Isis, no habría espectáculo en su baile, tan sólo transmitiría un sentir, unas vibraciones que se comunicarían con el público e intimidad en la mirada, resaltada con el kohl y el velo que cubría el rostro y difuminaba su figura. El color rojo de su traje con piedras y encajes dorados como el membrete de su velo mostraba la pasión que Aset sentía por aquella danza.
Mirando con cuidado detrás de la cortina que aún cubría el escenario hacia el aforo pudo ver caras conocidas. Allí estaban todas sus alumnas, las que lo habían sido y las que aún lo eran, conocidos de otros espectáculos y amigos llegados incluso de El Cairo, como su hermana. Ella había viajado hasta Europa aquella semana sólo para verla actuar y para pedirle que volviera a casa, a su casa, refiriéndose a la casa donde habían crecido. Aset no quería dejar Europa y la vida tranquila que llevaba en aquel continente, pero también le hacía ilusión volver con los suyos y dejarse empapar de nuevo por sus raíces.

La profunda voz de un presentador invisible frenó sus pensamientos y puso en alerta todas las partes de su cuerpo. Los últimos retoques en el traje y el velo, los ánimos de los que esperaban con ella y la última gran concentración antes de pisar el escenario. Entrando ya en el escenario a paso pausado, mirando a los ojos de cada persona que la miraba esperando su respuesta, invitando con sus manos a compartir aquel baile, sólo se concentraba en su última actuación antes de que volviera a bajar el telón y en su cabeza recordaba las palabras que tantas veces había repetido a sus alumnas:


"la bailarina de danza oriental siente la música en su cuerpo. Es su sangre, impulsada con cada golpe de la darbuka que late en su corazón. Hay que sentir cómo recorre todo nuestro cuerpo despertando nuestras caderas que se desperezan con golpes, nuestras manos y brazos que ondulean hechizantes y nuestro vientre que vibra como símbolo de vida, porque ese es el origen de esta danza, la fertilidad, la creación de la vida en nuestro interior. Dejad que nuestro cuerpo baile al son de las darbukas e invitad con la mirada a quienes sienten las caricias de nuestros movimientos. Entonces la magia de la danza oriental habrá conseguido renacer de nuevo como Isis logró que lo hiciera Osiris y como Ra lo hace a cada amanecer".

MEME DE LAS 5 COSAS. LAS VACACIONES

Bueno, como estos días he tenido poco tiempo para escribir algo (prometo que lo haré en breve, o por lo menos lo intentaré) Para actualizar el blog publico este meme. Es mi primer meme y que todos sepáis que Fernando ha sido el culpable que me esté enganchando a los memes :)
Y aprovechando que algunos estáis de vacaciones, propongo este meme de las 5 cosas que hacéis cuando hay descansos laborales. Empiezo con los mios
5 cosas que me encanta hacer cuando no hay que trabajar
- Domir toooooooooooooooooda la mañana
- Si el descanso es de un sólo día, estar sola en casa
- Ir a ver a mi Sporting bien al Molinón o a donde nos lleve la jornada
- Viajar y conocer sitios nuevos, mejor si es al extranjero para conocer nuevas culturas y ahora con los billetes baratos de avión...es cada vez más posible
- Ir de sidras
5 cosas para relajarse del stress
- un buen baño de espuma y un masaje, valen ambas
- leer, que hace mucho que no leo y veo que en cualquier momento los libros que aún no he leído y que están en la estantería de mi cuarto van a empezar a atacarme para que les haga caso
- ver una buena peli o un documental, a poder ser de Egipto
- bailar danza oriental porque entre que la música y los movimientos ondulantes me hipnotizan y enciendo un poco de incienso ya......no hay mejor relajación
- escribir, aunque cuando lo hago estando muy quemada del trabajo no suelen ser textos 'bonitos', más bien sirven para desahogar
5 cosas que odias cuando estás de vacaciones
- que llueva, y más cuando tienes planes
- que la gente se empeñe en que haga lo que quieran
- que me hablen de trabajo
- que no salgan los planes ideados, si te ponen la miel en los labios que después no te pongan al alcance el frasco
- esté o no de vacaciones, que los árbitros se rían de nosotros y colaboren en que el Sporting pierda, o también que los que colaboren a ello sean los jugadores.
5 lugares donde escaparse de vacaciones
- a Egipto. Ya...ya sé que todos lo sabíais pero por si acaso se os olvidaba
- a México para visitar las ruinas mayas y disfrutar de la rivera, ya que estamos...
- a la Alhambra, así que....a Granada
- a Inglaterra, bueno, digamos Reino Unido mejor
- a Italia
Corto, pero espero que entretenido. Os toca a vosotros

domingo, 9 de marzo de 2008

Revolución sobre ruedas

Ya lucía el sol. Los primeros rayos, madrugadores como el canto del gallo que ya andaba por la huerta de la casa, anunciaban un nuevo día. Adormilada, Amelina recordaba todo lo que tenía que hacer aquel día, un miércoles más que si no fuera por algo extraordinario que pasara en el pueblo sería igual que los anteriores. Se dió media vuelta, dejando que la suave luz del sol acariciara su cara. Eran los buenos días que más le gustaba recibir. De fondo, se oían los ruidos del chocar cubiertos y otros utensilios de hojalata que marcaban el fin de los sueños y la bienvenida al mundo real. Se presentaba un día duro, como cada miércoles. Bajar al mercao a comprar la leche fresca, subir a casa y volver a la plaza para vender los huevos, la fruta y los demás alimentos que padre recogía de la huerta.


- Amelina, ¿vas levantate hoy, né? Ya ye tarde y no vas llegar a tiempu pa coxer la leche de la Galega


Madre siempre tenía alguna excusa para que Amelina se levantara de la cama. Si tomar nada de desayuno, se aseó y vistió, cogió las dos lecheras y se puso camino a la plaza. El sol empezaba a calentar, por lo que diagnosticaba que iba a ser un día de mucho calor, el peor tiempo para estar en la plaza vendiendo, aunque desde que madre confeccionó el nuevo toldo y acompañada por un cartón que le servía de abanico se pasaban los malos ratos del mediodía.


En la huerta estaba padre, recogiendo algunas de las hortalizas para bajarlas después al mercao. Sin levantar apenas la vista, iba depositando cada lechuga, tomate, patata y pimiento en una cesta de mimbre que llevaba al hombro. A sus pies, ya repleta, esperaba a ser atendida otra cesta llena de manzanas y alguna fresa tan madrugadora como Amelia, que con los primeros rayos del sol ya lucía un fuerte y brillante rojo. Al otro lado ya del camino, donde quedaba la casa que cada vez estaba más lejos, los gritos de madre crecían apoyados por una leve brisa que no iría a más.


- Amelina! Díces-y a la Galega que te de nata pa facer alguna llambioná.


Alrededor de la Galega se conglomeraban casi todos los vecinos. Sin duda era la que más ganancia tenía en el mercao por su leche, la más cremosa de todas y por ello la más solicitada por los vecinos.


- Mírala. ¿Qué-y os dará a les vaques pa que-y den esa leche? - decían las demás lecheras que bajaban cada día a la plaza a vender la leche.


La leche de la Galega era cada miércoles el tema de conversación de la plaza del pueblo. Tenía razón madre, Amelina bajaba tarde aquel día y tendría problemas para llegar a la Galega. Por suerte, el estirón del verano pasado la hacía sobresalir por encima de las demás mujeres del pueblo y la Galega la podía ver bien al final de la multitud.


- Llegues tarde hoy, Amelina - le dijo la mujer

- Perdone, Galega. Ye que me dormí. ¿Nun tendrá preparao lo mío por ahí?

- Sí, téngolo aquí. Pásame les lecheres que te les voy llenando - volvió a responder la Galega

- Díxome madre que me echaras nata también.


La Galega asentó con la cabeza mientras cogía las dos lecheras de Amelina por encima de las cabezas de los demás clientes. Entre la joven y la Galega había un trato de mercado: Amelina no tendría que esperar cola para comprar la leche si cada miércoles le preparaba a la Galega una cesta con las mejores hortalizas, y así hacían.


Tirando como podía con las dos lecheras, Amelina llegó a su casa, tomó un vaso de aquella leche recién cogida y lo acompañó de uno de los frixuelos que su madre estaba preparando para que también bajara al mercao. Su padre, ya la esperaba afuera, sobre el carro donde bajaban las cestas con las frutas y hortalizas y el toldo para no pasar calor. En una bandeja muy bien preparada, Amelina llevaba los frixuelos.
- Dexa de comer frixuelos. Nun te vayas a fartucar y depués nun puedas trabayar ensin afogate - le decía padre con su constante tono de voz, siempre con el mismo tono, ni gritaba ni suavizaba la voz en los momentos dulces. Padre era un hombre muy reservado y no dejaba ver a simple vista sus sentimientos y pensamientos.
Iba a ser un buen día de mercado, se notaba en el número de vecinos de las aldeas próximas al pueblo que ya llenaban las calles. La fotografía de la plaza era la misma. Carros llenos de cajas con las mercancías para vender aquel día desfilaban por la calle principal, la que más cuidada estaba, pese a no dejar de estar empedrada. Las voces de las vendedoras listas para empezar a entonar sus ofertas y engalanar con gran arte las cualidades de sus productos. El viejo burro de don Servasio atado al poste que se alzaba al lado del Ayuntamiento, siempre atento a cualquier ruido extraño que rugiera a su alrededor. Era un animal muy viejo y casi ciego. Don Servasio tuvo muchas peleas y enfrentamientos con familiares y amigos que hacía tiempo quisieron matar al burro, inútil ya por su ceguera. Pero aquel animal era la compañía más fiel que don Servasio había tenido nunca y defendería su vida por encima de la suya propia. Aquel viejo burro atado al poste del Ayuntamiento ya era un habitual los miércoles en el mercado. Y frente a él, en la plaza que se abría frente al consistorio, todas las vendedoras de frutas y hortalizas se apretaban para hacer un hueco donde poner sus cajas llenas de exuberantes productos cosechados en las huertas del concejo. Al fondo de la plaza, el sitio del puesto de Amelina esperaba a ser ocupado. Padre bajó del carro, motó el toldo y a la sombra de éste colocó las cestas. Ayudó a la joven a colocar todo bien y después se volvió a ir en el carro.
La mañana empezaba bien. Las ventas iban como nunca, tanto que Amelina tenía miedo tener que dejar antes la plaza al quedarse sin mercancía que vender. Entre ofertas que se lanzaban al aire, risas de los paseantes, conversaciones de todo tipo y los ruidos de los cascos de caballo chocando contra las piedras de la calle principal salió un ruido que produjo el silencio en el mercado. Era como el sonar de una nariz de payaso al apretarla con fuerza, pero mucho más potent, pero nadie sabía de dónde procedía aquel ruido.
El viejo burro de don Servando comenzó a revolverse en el reducido espacio que le permitía la cuerda que lo ataba al poste. Algo raro oía y no era aquel sonar de nariz de payaso. Pronto, se vió aparecer por la esquina de la calle un carro con ruedas y capote moderno. Era un carro como los que había en las ciudades, auto lo llamaban, y en él el alcalde lucía una amplia sonrisa mientras saludaba a todo el que se paraba a mirar aquel carro que caminaba sin burros o caballos. El alcalde paró el auto en frente de la puerta del Ayuntamiento, dejó a un chaval de confianza al cuidado de su nuevo vehículo y entró al consistorio. Vecinos y comerciantes se acercaban cada vez un poco más pero con miedo a aquel auto en el que había llegado el alcalde.
- ¿Pero esto ye como lo que tienen los ricos, no? - decía una señora mirando boquiabierta el coche
- ¿Los ricos? ¿Y como ya entonces que lu tien el señor alcalde? - contestaba otra
- Porque al final toos los que entren ahí fácense con les perres de toos nosotros, ¿non ves, boba? - afirmaba la vendedora del toldo más próximo al Ayuntamiento y por ello siempre pendiente de lo que pasaba dentro de aquel edificio.
- ¿Pero esto como ye que camina? ¿Por onde lu emburrien para que camine?
- Por mucho que digan estos aparatos no son tan rápidos como el mi caballo.
Las opiniones y comentarios surgían de todos lados. La noticia del auto del alcalde pronto se extendió por toda el mercado y vendedoras de todas las calles se acercaban a ver el coche.
- A ver si agora van llegar trastos de estos al pueblu y non vamos poder baxar con los caballos los demás porque ocúpenlo todo - decía un hombre
- A mi que me dexen baxar con el mio burrín y atalu ahí, onde tá. Prubín. Míralu que asustau está - contestaba don Servando
- Estos autos van traenos problemas al pueblu. Non podemos dexar que entren más. Hay que dir al Gobiernu pa que prohíban entrar estos cacharros al pueblu. -decía otro vecino
Mientras, con el remago típico del pueblo, una joven le decía a su novio:
- Uno de estos tenemos que compralu pa cuando nos casemos, porque, digo yo, que cuando tengamos rapacinos tendremos que llevalos en un carro onde no pillen frío.
Y el novio, aguantando el chaparrón de manotazos que su prometida le daba en el hombro mientras hablaba, afirmaba con la cabeza sin decir palabra.
Con la admiración que provocaba aquel coche Amelina y sus vecinas de plaza agotaron todos sus productos en cuestión de horas. Se hizo la mejor caja del año y lo mejor de todo, Amelina pudo ver el coche de cerca y dar una vuelta por el mercado antes de que llegara su padre. Cuando él llegó el alcalde ya se había ido en su auto, pero las conversaciones seguían girando en torno a aquel vehículo que pronto se convertiría en un elemento más del mercado de los miércoles.



De una vez por todas y nunca más


La longeva lucha de las mujeres a lo largo de la historia por conseguir la IGUALDAD entre sexos tuvo ayer, 8 de marzo, día internacional de las mujeres, su fecha más reindivicativa. Este mensaje llegaría un día tarde a ojos de unos, pero es una celebración que se vive, o se debería vivir, día tras día porque las mujeres no sólo debemos defender nuestros derechos un único día al año. Por eso, la lucha por esa igualdad continúa con un ritmo constante, y por ello, este mensaje no estaría 'caducado' a ojos de muchos otros.


Es un deber y un derecho de todos nosotros (hombres y mujeres) luchar cada día porque

DE UNA VEZ POR TODAS.....

- no haya diferencias salariales por ser hombre o mujer

- las mujeres no pierdan su trabajo por querer ser madres

- deje de haber empresas que dificultan el ascenso a las mujeres por ser mujer

- nos dejen tomar nuestras propias decisiones en cuanto a nuestro embarazo (o aborto) sin tener que padecer después castigos penales

- no haya prototipos físicos (ni cilindro, ni diábolo, ni campana)

- no se nos trate como un objeto o como a una criada ni en casa, ni en el trabajo ni en los MEDIOS DE COMUNICACIÓN

- que éstos, los medios, dejen de cortar las imágenes de conferencias donde aparecen mujeres (casualidad que casi siempre sentadas en los extremos de las mesas)

- las mujeres de cualquier país puedan estudiar


Y QUE NUNCA MÁS....

- haya muertes por violencia de género

- haya discriminación sexual en ningún ámbito, ni en política ni empleo, porque como habló Condorcet ante la Asamblea Nacional a favor de la emancipación de las mujeres y ya durante la Revolución Francesa, el derecho de ocuparse directamente, o por representantes, en los asuntos de su país, es un derecho que los hombres tienen no por su sexos sino por su cualidad de seres racionales, que le es común con las mujeres. Ni en deportes ni en las tareas del hogar, porque ya nada es 'cosa de hombres' o 'cosa de mujeres'

- se trate a las mujeres como seres inferiores por tener menos fuerza física que los hombres

- haya mujeres que vivan con miedo

- haya lapidaciones

- ...


Hay muchos de una vez y nunca más por los que seguir luchando. La igualdad de sexos aún queda lejos en una sociedad que presume de ser moderna. En el Antiguo Egipto las mujeres tenían igualdad de derechos que los hombres y eran tratada como 'reinas' por ser las dadoras de vida, algo que el hombre por naturaleza no puede, ¿hemos retrocedido en el tiempo en cuanto a la igualdad de derechos para todos los ciudadanos?


FELICIDADES A TODAS LAS MUJERES

(un día después de la efeméride)