domingo, 6 de enero de 2008

De mis queridos Reyes Magos

Había perdido la inocencia hacía ya algunos años del conocimiento de la verdadera identidad de los Reyes Magos, pero la ilusión de aquellos días previos a la mágica noche nunca se había ido del todo. El sentimiento era diferente, manteniendo, eso sí, los nervios en el centro de su estómago donde parecía retorcerse una gran serpiente, de esas que lleva el traje de Gaspar como rey egipcio.
El ajetreo en las calles y las tiendas de los días antes de la noche de Reyes, la lista de los regalos a comprar para los más allegados o para los más queridos que se dejan regalar, disfrutar viendo a los niños en la cabalgata con sus ojos bien abiertos y señalando a las engalonadas carrozas, a los elegantes caballos y a los intrépidos trapecistas.
Una noche mágica para niños y no tan niños. Sin duda aquel año había sido un año mágico, un año en el que se habían cumplido muchas de sus propuestas y sus objetivos, y en el que al parecer no había sido del todo mala porque los Reyes habían dejado en casa muchos de los regalos que quería. Ya no estaban los nervios de ver a los Reyes en las calles de su pueblo, ni los planes con sus primos para levantarse a media noche a abrir los regalos e ir despertando al resto de la familia, ni tampoco había ya esos juegos con los que uno de su tío siempre les sorprendía a la mañana siguiente para que cada uno buscase sus regalos, escondidos en los lugares más impensables de la casa. No había juegos ni nervios, pero se mantenía la ilusión.
No había faltado nada, ni siquiera el tradicional frasco de colonia, los pañuelos de su abuelo y alguna que otra 'alaja'. Y digo alaja porque las verdaderas joyas habían sido otras, unas joyas sin piedras preciosas, pero era lo que había pedido. Libros y otros documentos de Egipto, su música favorita, un bolígrafo con un grabado especial, cachibaches de última tecnología y bombones para saciar esa 'golosonería' que siempre la acompaña. Todo lo material que había pedido, pero ahora quedan que se cumplan ese otro tipo de deseos que no se compran en ningún gran almacén; deseos que tienen que cumplir unos reyes no tan magos ni mágicos y que tienen que lograr en un terreno de juego.
Los reyes de este año han sido mágicos, más que magos. Todo el año ha sido mágico, pero con un sólo fallo, un único deseo pendiente de cumplir que, si se consigue, lo recibiré y celebraré en junio. Y no, !no se me ha olvidado! Otro de mis grandes deseos y de los que se ha hecho esperar mucho se cumplirá en octubre (o eso espero), ¿sabéis cual? ese que viene con aires de oriente, de misterio, de aromas, de danza y de historia.
Feliz noche de post-Reyes!

1 Comment:

Anónimo said...

libros y documentos de Egipto, muy buen regalo. Veo que te fueron muy bien los Reyes Magos.

ah, que pasará en octubre ????

besos.