sábado, 21 de julio de 2007

AtrApAdo

Su pie pisaba a fondo el acelerador. Ante él sólo se abría la interminable autopista, vacía y silenciosa. Había creído que nunca más iba a conducir su viejo coche, un Porsche 911 Turbo. Conducir aquel deportivo de los setenta hacía sentirse en otra dimensión; pero ella lo aborrecía.

- Vamos, modernízate un poco. Deja ese auto en el garaje o en una feria de antigüedades y
cómprate uno mejor. Un coche para el futuro.

Eran las palabras que ella siempre le decía cuando lo veía abrir la caja de madera donde guardaba la única llave de aquel coche.

Su recuerdo le perseguía. Había decidido empaquetar todas sus cosas y dejar atrás el pasado. Buscar una nueva vida lejos de su infancia, su familia, sus amigos... y lejos de ella; de ella y de su recuerdo.

La autopista seguía recta, perdiéndose en el horizonte al igual que el árido paisaje que los rodeaba en aquella dirección. Y de repente, volvió. Era aquel olor que no le dejaba dormir y le acercaba cada noche la imagen del cuerpo ya sin vida de Gloria, tumbado sobre el asfalto y rodeado de gasolina. No podría haber hecho nada. El golpe fue tan fuerte que estaba seguro que ni ella misma había sentido más que el impacto contra el suelo, y eso era lo único que lo aliviaba, saber que en el fondo, ella no había sufrido mucho.

Aquel había sido un día lluvioso, la carretera estaba húmeda y el coche se fue con facilidad a la derecha para impactar primero con la barrera y después dar el vuelco.

- En día como éstos es mejor no perder la vista de la carretera.

Eran las últimas palabras que Gloria había pronunciado, después de decirle que lo quería y antes de aquel último grito que apagó su voz para siempre.

Las lágrimas que empezaban a surgir de sus ojos le obligaron a parar su viejo Porsche a uno de los márgenes de la carretera. Dejó el auto, como siguiendo las palabras que ella siempre le decía; pasó al otro lado y miró hacia atrás. Ahora tampoco se veía nada en aquella dirección. Estaba como en medio de la nada, frente a una autopista de la que no se veían sus límites y rodeado del silencio del desierto; el mismo silencio que ella, allá donde estuviera, también estaría sintiendo en ese momento. Y volvió a notar su presencia.

Fue ahí, en ese momento, cuando se dio cuenta que podía escapar de su pasado, pero que el recuerdo de Gloria lo mantendría atrapado para siempre.


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